
El aprendizaje de cualquier idioma brinda acceso en mayor o menor medida al conocimiento, las tradiciones y las experiencias de las comunidades en donde son hablados. De esta forma, aprender aymara es importante para preservar la cultura y los saberes aymaras.
No tengo ninguna conexión con el aymara o las tierras aymaraparalantes (lo más cercano fue haber vivido unos meses en Arica, Chile), sin embargo, entiendo que existen hablantes monolingües de aymara (especialmente personas mayores), por tanto aprender aymara es una ventaja para comunicarse con ellos. Dicha ventaja, naturalmente, será mayor para quienes interactúan con esta población como médicos, profesores, dirigentes y quienes tengan planeado radicarse en una zona aymara. Con el avance de la alfabetización el monolingüismo será cada vez más raro, así que esta ventaja irá perdiendo relevancia con los años.
Otra ventaja puntual del aymara, aunque por lo que entiendo exclusiva para personas radicadas en Bolivia, es que sirve para cumplir con el requisito de dominio de una lengua indígena que impuso hace algunos años el gobierno de dicho país. Esto, en parte, puede resultar contraproducente porque muchas personas se limitarán a buscar un certificado sin realmente aprender una lengua, aunque la intención es buena.
La pregunta de la publicación inicial también se puede interpretar como qué importancia representa el aymara en mi vida. En este sentido: ninguna. No me veo viviendo en el altiplano por largos periodos de tiempo, no tengo la intención de ocupar un cargo público en Bolivia y soy una persona extremadamente introvertida que no suele ser de conversaciones casuales. Como desarrollador de software, hay multitud de otras lenguas que me abrirían más puertas que el aymara. Pero más allá de la importancia, me interesa aprender.
Me inscribí a este curso porque desde hace algún tiempo tengo interés en aprender alguna lengua suramericana, y entre las tres más habladas (quechua, aymara, guaraní), el aymara parece una mejor opción. El guaraní tiene demasiados sonidos nasales con los que tengo cierta dificultad, además de que no encontré cursos dirigidos gratuitos y abiertos a extranjeros. El quechua varía demasiado, resultando similar a “idiomas” como el chino o el árabe, que más que un idioma terminan siendo una familia de lenguas con muy poca inteligibilidad entre variantes. Del aymara pude leer que es algo más uniforme (aunque igualmente presente variantes locales), y de lo poco que he podido ver escrito he visto que las sílabas suelen estar formadas por consonantes y vocales de forma balanceada (nada como el polaco que reune muchas consonantes o las lenguas del pacífico que tienen muchas vocales juntas).
Puede que no llegue muy lejos en esta jornada del aprendizaje del aymara: puedo encontrar alguna dificultad que me frustre al punto de dejarlo a un lado, no encontrar material para niveles más avanzados conforme vaya progresando o simplemente dejarlo en pausa por priorizar otros proyectos en mi vida, sin embargo, hoy doy el primer paso. Agradezco a quienes hacen posible este curso, entre ellos el profesor Roman Pairumani Ajacopa.