Si la verdad es lo que se ajusta a lo que es realmente —de lo contrario sería mentira— y si las formas de saber en aymara no son ‘representaciones’ sino acciones cognitivas, ¿cómo es que la sabiduría llega a la verdad?, ¿cuáles son las dimensiones de la acción que reciprocan al ajuste del conocimiento?
Una acción puede empezar y terminar, pero su duración y realización tiene dimensiones que responden a la observación (uñaña), al pensamiento (lup’iña), al saber (yatiña) o al entendimiento (amuyaña), y en su papel corroboradora o acreditadora de lo que se sabe (en teoría) la práctica adquiere diferentes formas.
En cuanto a la percepción, la manera como se acredita “lo que se ve” tiene que ver con —si partimos de la ausencia o invisibilidad— salir de la búsqueda (thaqhaña) o lo perdido (chhaqhata), cuando no hay algo, y esto es el JIKIÑA <encontrar>, ubicar un lugar, lograr un cometido, conseguir lo ‘hecho visible’; no solo que aparece sino que es identificado, precisado, terminado y conocido.
Respecto al pensamiento, el modo como el razonamiento de posibilidades encuentra su verdad práctica, y no se queda quieto y tranquilo (aliqa), es través de YANAÑA <intentar>, probar las hipótesis rumiadas o testear las opciones imaginadas. Después de la abducción y deducción vendrá la inducción.
Sobre el saber, la materia que retroalimenta el “saber cómo” y le otorga certeza es el LURAÑA <hacer>, es la ejecución operativa (manual y técnica) y de manera reiterada lo que asegura la verdad de lo que sabe el sabio. De otro modo, si no se hace, está de balde y no se ocupa (inaki), no habrá experiencia ni aprendizaje.
En relación al entendimiento, al tratarse de una comprensión global y referida al andar humano el carácter de la práctica que lo acredita es la dedicación constante, el YÄQAÑA <respetar>, acordarse, atender, estar pendiente. En cambio, si se deja y se abandona (jaytaña), el entendimiento no será cierto, porque su orientación no se verificará en el comportamiento asiduo.
Entonces para la adquisición y justificación del saber, hay que intentar lo que se piensa, hacer reiteradamente lo que se sabe, estar pendiente del hacer al tener entendimiento y lograr lo que se quiere ver. Ahora bien, para que no sean equívocos (pantjaña) estos momentos de la acción son cualificados: hay que intentar adecuadamente, tiene que hacerse bien, hay que dedicarse a cabalidad y encontrar óptimamente.
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