La palabra es clara
Un valor de orientación en el discurso es la clarificación elocuente (qhananchaña) de algo puesto en duda. Cuando algo está enrevesado o inmerso en la oscuridad, se exige que qhanäñapawa <tiene que ser claro>.
Una persona es muy valorada por ser qhana <luz, explícito>, por expresar sus vivencias (dichosas o no) de manera abierta (sin ocultar), por contarse a otras personas; en cambio alguien que no comunica, es callado, amutu <mudo>, recibe motes como mukinku.
Este ‘mostrar claramente lo que siente’ está presente en otras expresiones como en qhant’aña <alumbrar lo que es>, p.e. decir lo que podría padecer otra persona (quizás morirse) después de haber ido como qaqa <cabeza> en la noche —el sonido qaq qaq puede ser chacha aru o warmi aru—, a quien hay que reñirle si va como visita el día siguiente, invitarle sal y ají y reprenderlo: ¿yapuchañt jayrasta, warm uywañt jayrasta? <¿cultivar flojeas, criar esposa flojeas?>: encarándolo así se salvaría de la muerte.
O también qhanarst’ayaña <traslucir lo que será>, p.e. al estar soñando puede uno despertarse y revivir o continuar con los mismos sentimientos (de susto, llanto, alegría…) que igualmente pueden presentarse horas o días después, por los hechos presagiados.
Está vinculado con decir de frente. Por jemplo la aserción, irkataña <enrostrar>, para atestiguar, encarar a los acusados o predecirse, ya sea a través de avisar de frente (irkataña), instruir o enviar una encomienda (irayaña), atinar o avisar (a alguien) lo que le sucede (irt’aña) o adivinar y quedarse con el presagio de los sueños (iraqaña).
En esta función lingüística de anuncio o previsión la raíz es ira-, como en iraña <llevar (en mano) algo pequeño (una esfera)> —de ahí que iramukuña es <dejar una pelota>, qala ira <lleva piedra>, iraqaña <rebajar el precio>, irtaña <alzar un objeto pequeño> o irxata <carne o queso que se pone a la merienda>—;
pero también, si tomamos iraña como ‘avisar’, significa anunciar, revelar, acertar o pronosticar —igual que qhant’aña o qhanarst’ayaña—, de ahí que irt’aña se aplica al vaticinio onírico que se cumple para uno, p.e. cuando se sueña que iwijaw chhaqhata <la oveja se perde> y de veras el día siguiente se pierde o cuando una niña sueña que su papá muere chiqak irt’asiri <de verdad ocurre lo soñado>; por lo que ese mal augurio es odiado.
Entonces tenemos que un mismo término como irjaña tiene dos acepciones: <distribuir (productos) por igual> y <pronunciar lo que se va cumplir> (como una sentencia judicial).