Cuando alguien de una familia qamiri, que tenía incontables llamas, le diera (vendiera) un tanto de lana de cola (wich’inkha) de llama, el que recibió el pedazo de lana puede observar (uñaña) el color del vellón, tocar su textura, saber (yatiña) cómo fue cortado o cómo sería hilado, puede pensar (lup’iña) las cosas que puede permitirse hacer teniendo esa lana y puede comprender (amuyaña) que es qarwa illa <amuleto de llama>, es decir entender que es una parte o miniatura que concentra el espíritu del hato de llamas y que hay que ch’allaña <brindar> (invitar licor y otras ofrendas), porque va infundir la multiplicación de las llamas propias.
Alguien puede ver solo t’arwa <lana>, pero se puede llegar a comprender otros significados involucrados; puede saber khiwthapisiña <llamarse con ademanes> —“illa vente, vente” diciendo— y además comprender por qué y para qué.
La comprensión de la illa lleva a saber realizar las acciones adecuadas y a ver de cierta manera las cosas involucradas. Además, se entiende que las illa de los uywa <animales criados> se encuentran en los phuch’u <manantial> y en los juqhu <tierra anegada> —de la que gusta tanto el ganado (sobre todo la llama)—, lugares a los que hay que invocar y ch’allt’asiña, porque sin ese cariño incluso pueden irse a otro lado.
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